Al centro de las personas: el propósito

En mi opinión, la pandemia nos ha dado una gran oportunidad: “la reflexión sobre nosotros mismo”.

Hasta que la pandemia nos golpeó, vivíamos una vida apurada, con la sensación de estar corriendo todo el día para hacer todo lo que debemos hacer en ese día, en los distintos roles que tenemos: padres, hijos, trabajadores, estudiantes, jefes, empleados, amigos, etc.

Estábamos insatisfechos por no tener el tiempo, dinero, vacaciones, etc. suficiente para ser felices. Por meses vivimos estancados en la queja evidenciando nuestro mindset de escasez y sintiendo la falta de… lo que sea.

Hasta que el coronavirus llegó para cambiar muchas cosas y nos vimos expuestos a vivir fuera de nuestra zona de confort. Y paradójicamente por meses anhelamos la “normalidad”, la misma de la que nos quejábamos unos meses atrás.

Aparece el estrés del encierro, la falta de libertad, de actividad física, el aislamiento, trabajo remoto, la escolarización de los hijos en algunos casos, entre otros muchos estresores. Esto, ha generado enormes cambios de hábitos, y la exigencia de operar adaptativamente en un contexto de mayor vulnerabilidad económica y social. Todas estas situaciones nuevas han hecho que nuestro estrés esté por las nubes, por un período demasiado prolongado.

Y las preguntas que han aparecido son “¿vale la pena todo esto?”, “¿es esto lo que soñaba para mí y los míos?”, “¿Es esta la vida que quiero vivir?”, “el esfuerzo que estoy haciendo, ¿me conduce a lo que verdaderamente quiero para mí?”, “¿bajo los estándares de quién estoy viviendo?”, “¿Cómo estoy?”

Y así comenzamos a conectarnos con nuestro sentido de propósito, o la falta de éste. Pensar en lo que verdaderamente nos hace sentido y queremos para nuestra vida. Esto ha sido una de las constantes para muchos.

Pero este cuestionamiento no es gratuito ni menos fácil, requiere de coraje. Coraje viene del latín cor que significa corazón. Para la gran Brené Brown coraje es “ser capaz de hablar honesta y abiertamente sobre quién somos, sobre qué sentimos, y sobre nuestras experiencias (buenas y malas)”. Es decir, coraje implica exponer nuestra vulnerabilidad. Por eso digo que el cuestionamiento respecto de nuestro propósito requiere de coraje; porque nos abre espacios de vulnerabilidad.

Durante este año (2020) me ha tocado escuchar muchas veces frases como: “no encuentro mi propósito”, “me siento perdido en este lugar, en la vida que llevo”, “me olvidé de lo que me hacía feliz”, “no tengo ganas de hacer nada”. Incluso he escuchado a personas cuestionarse el legado que están dejando. Lo que hay detrás de esas frases es la pregunta: en quién me quiero convertir, quién quiero ser, cómo me quiero mostrar.

Entonces, ¿qué es el propósito?, ¿dónde lo encuentro?, ¿qué relación tiene con la pasión? ¿qué rol juega la visión de futuro? Son preguntas que intentaré responder a continuación.

El combustible: la pasión

Pasión es una emoción básica que se gatilla al hacer las cosas que nutren de energía, traen alegría, hacen feliz y generan satisfacción. La pasión te hace sentir vivo.

Por el contrario, cuando no hacemos cosas que nos energizan nos sentimos insatisfechos, estancados, aburridos, adormecidos o desmotivados. Y esto sólo es señal de falta de crecimiento y de energía.

La pasión es energía. Lo que te energiza te expande naturalmente, te entusiasma, nutre y abre posibilidades. Por lo tanto, hay que buscar pequeñas actividades cotidianas que hagan sentir que uno crece. Queremos buscar lo que nos hace bien y nutre de energía constructiva.

Pasión no es una persona, cosa o lugar; pasión es el sentimiento de estar energizado. ¿Te has dado cuenta que cuando tienes programado hacer cosas que te entusiasman, te despiertas en las mañanas con energía? Es así de simple.

Es importante llenar nuestro estaque de pasión, porque ese es el combustible del propósito.

Pero ¿cuál es mi propósito?, ¿cómo lo encuentro?

A veces creemos que debemos buscar el propósito fuera de nosotros, como si lo tuviéramos que encontrar en algún lugar que es difícil de acceder. Y si pensamos así, por supuesto que es agobiante buscarlo, que es un esfuerzo enorme, que estresa, abruma y confunde. Es como si fuera algo que debemos hacer y no sabemos cómo.

La buena noticia es que el propósito no se encuentra afuera, no tiene que ver con algo externo, sino que se encuentra en uno mismo; en la reflexión, en los espacios de silencio interior.

Todo comienza con la posibilidad de conectarse con uno mismo, aislarse de ruido exterior, atender al propio cuerpo, escuchar esa vocecilla interior que te habla de tus sueños, y moverse hacia las cosas que realmente te importan.

¿Y qué es lo que más importa? Uno mismo.

TÚ eres tú propósito: Aceptarte como eres, quererte, respetarte y hacer lo que te hace bien. Cuando haces lo que te apasiona, entonces te muestras energizado, lleno de vida y súper convencido, listo para hacer tu impacto, mientras disfrutas cada momento del camino. Eso es éxito. Ahí está el propósito.

Propósito es compartir nuestra autenticidad con el mundo. Por lo tanto, es compartir tu energía con otros haciendo lo que hace feliz y energiza en la vida.

Cuando uno descubre lo que le apasiona y decide ir por eso, es donde aparece el sentido de propósito. Dicho de otro modo, propósito es tener la posibilidad de compartir esa pasión de alguna manera que sea significativa para ti.

¿Cómo se relaciona el propósito con la visión de futuro?

Da lo mismo si estamos refiriéndonos a la visión en lo inmediato, corto o largo plazo, el no tener algo por delante que perseguir nos hace sentir adormecidos, anestesiados, vacíos o estancados.  Muchas veces sabemos que necesitamos movernos en alguna dirección, pero no sabemos cuál dirección, ni cómo hacerlo.

Mel Robbins plantea que la actitud de hoy está en función del futuro inmediato. El secreto, para ella, es tener algo deseable, algo que queramos hacer, algo que nos nutra y entusiasme en el futuro inmediato. Pueden ser cosas muy simples y cotidianas, no necesariamente algo muy sofisticado.

Tracy Litt va más allá y habla de la visión de futuro, de la imagen soñada de ti mismo. Sugiere usar la creatividad para formar la imagen de uno mismo en el futuro, y hacer que ésta sea tan atractiva que te tire hacia ella, que sea tan inspiradora que te motive a hacer cosas para alcanzar esa visión.

Para ambas, así como muchos otros autores plantean, lo que se siente en el presente obedece a lo que se ve en el futuro. Por lo tanto, si el futuro se ve inspirador, lo más probable es que en el presente nos sintamos energizados para movernos hacia ese futuro. ¡Por eso hay que soñar en grande!

Por eso, pregúntate qué puedes hacer hoy para energizarte. Y lo que sea, busca la forma para hacerlo, si te energiza eso es lo que tienes que seguir. La pasión es la pista que te va a permitir manifestar tu propósito.

¿Qué despierta en ti esta reflexión?

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