Combatir discriminación con discriminación. Parte 2: La Solución

Si bien mi tema principal de ejercicio profesional no es la discriminación racial, es cierto que es un tema sensible para mí. Mi tema son las personas que cambian de país, que migran, que se reinventan y que buscan, también pertenecer a una sociedad distinta a la propia. La necesidad de encontrar un grupo de referencia y de encajar es muy potente también.

La necesidad de sentirse digno merecedor de un trato igualitario, respetuoso e inclusivo trasciende a los grupos racistas, extremistas políticos o religiosos, neonazis, o a cualquier otro grupo que se defina intolerante a otro grupo de seres humanos.

La discriminación deja solos a los discriminados, los deja vulnerables y desamparados. Por eso las minorías se juntan con minorías, para sentirse integrados, uno más de un clan que les dé el abrigo de la pertenencia, la protección de un colectivo, aunque sea chico. Y esto ocurre en todo orden de cosas: extranjeros con extranjeros, minorías étnicas con personas de la misma etnia, judíos con judíos y así sucesivamente, al igual que racistas con racistas.

Dicho de otro modo, las personas, especialmente cuando nos sentimos vulnerables, buscamos sentirnos seguros, tratados con dignidad y respeto, y un lugar o grupo al cual pertenecer que nos cobije ante la inseguridad percibida.

La antropóloga Patricia May habla del “nosotrismo”. Ella se refiere al hecho que los grupos buscan diferenciarse de otros grupos. Es así como se construye el “nosotros”, y nos diferenciamos de “los otros”. El “nosotros” lo conforman las personas que me importan y yo; los “otros” son todos los demás, los que no pertenecen al “nosotros”.

Ella plantea que “el nosotrismo es un ego colectivo que da ese espejismo de pensar nosotros los que estamos bien y los otros los que están mal”. Es un mecanismo del ego ver lo malo afuera» y a través de este mecanismo las personas se sienten seguras y se reafirman. Es como si disminuyendo al otro, la autoimagen cobrara fuerza.

El problema es q el egocentrismo y nosotrismo genera otros ajenos, y la ajenidad es uno de los problemas fundamentales q ha generado crueldades humanas enormes, donde el otro se me vuelve un extraño, por lo tanto, me resulta indiferente o no tan urgente.

Tanto el discriminador como el discriminado tiene su verdad, consideran que están en lo correcto y “los otros” están equivocados. Cada uno desde su vereda, considera que está bien y consigue apoyo es su “nosotros”, evitando así, no quedar solo.

Sabemos que la necesidad de pertenencia es universal: todos la sentimos. La soledad de estar en un lugar desconocido sin grupo de referencia te deja desvalida, te hace sentir que no eres nadie en un contexto determinado. Por eso, también los inmigrantes se juntan con inmigrantes, porque se tienen a sí mismos. Y por eso las amistades que se forjan en el extranjero tienen un sabor diferente: están a todo evento. Es la lealtad al grupo que acoge. Es el construir un nosotros.

Si pensamos que hasta ahora no hemos logrado resolver el problema de la discriminación mediante el enfrentamiento por la rabia que nos pueda producir, más vale que cambiemos la forma de aproximarnos al tema. Algunas preguntas:

  • ¿Y si tomamos responsabilidad por lo que nos pasa, hemos hecho o dejado de hacer, perdonamos a los otros y a nosotros mismos y optamos por participar de la solución y colaborar de alguna manera? Me refiero sólo a algo básico que permita movilizar un poco las creencias y facilitar el estar en paz.
  • ¿Y si genuinamente nos interesamos por los discriminados (por “los otros”), miramos por sus ojos, mostramos compasión y empatía y nos ponemos al servicio de ellos para que se puedan sentir integrados y así participar de una sociedad inclusiva?
  • ¿Y si hacemos las paces con los discriminadores, nos reconciliamos y buscamos nuevas opciones y oportunidades de construcción en conjunto? ¿Y si realmente nos aceptamos como somos y nos abrimos a aprender de todos?
  • ¿Y si entendemos que somos todos parte de un ecosistema más grande, hacemos síntesis de nuestras diferencias y las tomamos con alegría y sabiduría para construir una sociedad mejor?

Cada una de estas preguntas, ordenadas de menos a más, representa un nivel más alto de consciencia sobre uno mismo y el mundo. Cada una de ellas implica, ordenadas de menos a más, dejar de lado los juicios a los demás y mirar con curiosidad los propios paradigmas.

No es trabajo fácil, es un camino de introspección profundo, que sin duda vale la pena vivir si de verdad nos importa incluir al diferente. En este camino estoy yo, del lado de la escucha empática y de la inclusión. Estoy en proceso de desarrollo ????.

Por lo pronto, mi compromiso seguirá siendo de defensa al discriminado, a no quedarme callada ante la injusticia, pero no humillando al discriminador o buscando aplastarlo (porque no sirve), sino entendiendo que él también está actuando en base a sus propias creencias, y que se pueden cuestionar, pero en un contexto seguro.

Yo sé que con este planteamiento desafío a muchas personas, y me alegro mucho de que así sea. Lo que plantea requiere un esfuerzo emocional no bajo, perseverancia, apertura y generosidad. Espero que te sirva para reflexionar, para mirarte y entenderte, y tal vez puedas optar por modificar algunas actitudes en favor de la inclusión.

¿Qué opinas? ¿Te interesa contribuir? ¿Cómo crees que lo puedes hacer?

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